Una clave para gestionar más eficientemente y vivir mejor es promover dinámicas sinergéticas en las organizaciones. De ese modo se tiende a eliminar costos innecesarios y se facilita el desempeño de las personas individuales y colectivas, configurando ambientes amables.
Vivimos en un mundo de sistemas: sistemas entrelazados en interacción, desde los más pequeños organismos hasta el inmensurable multiverso cósmico. Hay millones de conjuntos que se han organizado como unidades con propósitos definidos, explícitos o implícitos, operando en una compleja unidad-diversidad que constituye un todo.
Las personas somos sistemas, somos organizaciones complejas. Participamos en organizaciones, en distintos niveles: en el macromundo cósmico y en el invisible micromundo. Nacemos, vivimos y morimos en organizaciones: infinidad de conjuntos organizados como unidades operan en múltiples entornos simultáneamente.
Integramos una trama que se renueva y recrea en múltiples aprendizajes y transformaciones.
Cada sistema tiene patrones de organización que le permite funcionar para cumplir sus fines. Donde hay un sistema hay una organización: modos de interactuar que responden a patrones. Donde hay organizaciones hay red, interacción, interdefinición: trama viva que se reconfigura constantemente.
Cabe considerar:
¿Qué conocimientos contribuyen para que esa trama nos sea amable, sustentadora?
¿Qué dispositivos es posible poner en acción para que esos sistemas-organizaciones tiendan a promover un desarrollo integral y colaborativo?
Una clave para construir respuestas a esas preguntas es la sinergia: patrones sinergéticos en pos de propósitos compartidos, amplios e inclusivos en la organización, en los patrones de interacción, en los modos de sentipensar-hacer.
Una organización altamente sinergética es aquella capaz de propiciar formas de interacción y participación que tienden a beneficiar simultáneamente a sus integrantes, al conjunto y al entorno.
Hay culturas y personas más proclives que otras a desarrollar esa capacidad.
En todo grupo con grandes logros, en todo ambiente social agradable operan dinámicas sinergéticas. El concepto es simple, y la capacidad puede desarrollarse, su práctica puede promoverse. Por mi parte, la incluyo en todo proyecto personal y profesional, en actividades puntuales y en procesos de cambio, porque considero que son los modos que ofrecen los mejores resultados.
Las organizaciones sinergéticas se están volviendo prácticamente indispensables para convivir en un mundo con alta interdependencia como el actual. En su momento como directiva del Grupo de Estudio de Sistemas Integrados Asociación civil (GESI), lo propuse como tema de estudio e investigación-acción para la institución, porque el concepto es representativo del pensamiento sistémico.
Es un desafío, porque los patrones arraigados en la cultura imperante en nuestra sociedad son diferentes, y tanto que en el mundillo de la ciencia sistémica se dice que «las organizaciones sistémicas son todo menos sistémicas», es decir: «en casa de herrero cuchillo de palo». Lo bueno de lo malo es que los sistemistas somos conscientes de esa incoherencia y buscamos cerrar la brecha en nuestras comunidades de aprendizaje, en todo el mundo.
Sabemos que un diseño sinergético se traduce en lo que comúnmente se interpreta como «estar bien organizado», aunque no es la única forma de estar bien organizado. La diferencia que hace la diferencia es que un diseño sinergético, ampliamente inclusivo, tiende a cuidar al individuo, al conjunto y al entorno simultáneamente. Es este el tipo de diseño sinergético que rinde más, en múltiples dimensiones, y adoptado el hábito permite instalar la tendencia de lograr más con menos, a nivel del sistema.
Aquí unas pocas claves:
El 70% o más de la economía es su diseño.
La economía vigente multiplica costos y actividad agotando recursos. Está diseñada con un pensamiento fragmentado y desde una concepción de escasez de recursos.
La perspectiva sistémica habilita una concepción de abundancia.
Rediseñar la economía requiere aprender a multiplicar beneficios.
Aquí una fórmula posible: (hacer menos x hacer mejor) = (multiplicar recursos x beneficios)
Generar abundancia es más fácil de lo que parece. Disponemos de conceptos y herramientas. La dificultad más grande reside en el sentipensar-hacer instalado en nuestra cultura. Allí está el desafío. Aprendamos a vivir con abundancia de calidad de vida