En este libro, Silvia Zweifel, entusiasta investigadora en temáticas sociales, económicas y ecológicas, suma, a través de una mirada global y apreciativa hacia una realidad compleja, su voz de alerta en Argentina (y en el mundo hispano hablante) acerca de la situación potencialmente crítica por la cual la humanidad está entrando en un callejón sin salida, mientras que la gran mayoría no lo advierte. Sus referencias específicas a la Argentina resultan obviamente del hecho que vivimos en este país. Pero casi todo lo que la autora explica en su trabajo puede aplicarse de manera general a todo el planeta y/o a todas las comunidades humanas que lo habitan.
Los esquemas mentales de la mayoría de la gente son en general demasiado localistas, reduccionistas y especializados frente a una situación «total» de la humanidad, a la cual ni nuestra instrucción (adquisición de conocimientos), ni nuestra «educación» (adquisición de valores y comportamientos), nos preparan para entenderla y, mucho menos, para manejarla adecuadamente. Pocos son capaces de relativizar sus esquemas mentales y el andamiaje de sus marcos de referencias.
Las especializaciones que acompañan a los avances tecnológicos conducen a crear una sinergia que resulta del diálogo en términos profesionales de sus agentes. Pero en un nivel más amplio, se observa una, llamémosle “disergia”, muy visible en las sociedades contemporáneas. Crea y amplia conflictos, impide las necesarias “conversaciones” y conciliaciones, en contraste con la necesidad acuciante de actuar comunitariamente para tratar de reparar el tejido social y cultural, por ahora tan desgarrado. A ello se suman los “combates” de grupos de intereses a veces espúreos, que agudizan el riesgo de generalizarse y tornarse destructivos.
En el transcurso del libro, la autora señala con mucho acierto las deficiencias (y cuando no los peligros) de las extrapolaciones lineales; un ejemplo es la fase de crecimiento acelerado que la humanidad a escala planetaria conoce desde varios siglos en muchos aspectos -como en la demografía o el uso de la energía y las materias primas- insostenible a largo plazo. Nuestro planeta tiene límites materiales y ecológicos que no podrán superarse sin catástrofes, por lo cual el crecimiento deberá tarde o temprano ceder el lugar a la estabilidad dinámica (una situación sostenible, con fluctuaciones dentro de límites de entorno). Quizá, en términos prácticos, pueda entenderse aquello de: “… ampliando nuestro círculo de compasión, para abarcar a todos los seres vivos y a toda la naturaleza”, que nos mencionó Einstein.
En tal caso será necesario lograr en un futuro -ojalá no demasiado lejano- cambios muy profundos en la dinámica participativa comunitaria, orientados en lo posible a la búsqueda de consensos y accionares más preventivos. Podrán cumplirse en la medida que también cambie ampliamente el entendimiento de las situaciones, y se adopten nuevos enfoques y criterios en el manejo de las mismas. La noción de estabilidad dinámica reemplazando la “mística” del “progreso” (puramente instrumental y cuantitativo) es un ejemplo de las herramientas mentales que podrían usarse.
La “sociedad pos-industrial” a la cual alude la autora, sólo será posible en permanencia si resolvemos el problema de la energía, dado que la información (en definitiva, resultado de procesos cerebrales de interpretación de las percepciones) no hace más que potenciar todos los procesos de transformación material. Además, su creación, transmisión y usos tampoco son posibles sin energía “portadora”.
El “fin de la escasez” está basado al presente en el uso masivo de las energías fósiles… que no son renovables, así como el desafío de la sustentabilidad ecológica constituye en el trasfondo y de la manera más abarcativa, un desafío de la termodinámica a escala planetaria, o sea al equilibrio actual entre la energía que la Tierra recibe del Sol -o recibió y “fosilizó” en el pasado- y la que irradia al espacio. Einstein describió acertadamente a nuestras generaciones como similares a un niño de tres años que tiene en sus manos una navaja bien afilada.
En 1993, Daniel Quinn en su libro “Ismael”, que Zweifel cita en su Bibliografía, hizo una comparación similar con la amable ayuda de un gorila.
Temáticas como la “biodiversidad” llevan a la autora a reflexionar: “… no sea que nuestra especie en el planeta emule el ciclo vital de algunos organismos simples: una curva de crecimiento exponencial seguida de una caída brusca”, sobre la “… escasez de los reservorios naturales, tierras cultivables y aguas”.
Se refiere a la necesidad de contar con “actores claves para la agenda verde”… entre otros, a nivel empresarial, de propiciar y respaldar grupos de reflexión, para lograr apreciar con una visión renovada y abarcativa “lo que los ecosistemas nos muestran”. Y reflexiona: “la única especie que sufre de exceso de competitividad…es la humana”. Sus cavilaciones acerca de la transición demográfica y el envejecimiento de las sociedades en cuanto a la falta de búsqueda de nuevos valores a la altura de las actuales circunstancias y riesgos frente al “dilema fundamental entre responsabilidad individual y colectiva”, la llevan a referirse a “la sociedad del conocimiento” sin confundir conocimiento con entendimiento. Aquí creo oportuno tener presente la reflexión del filósofo francés Rabelais quien acuñó la memorable reflexión: “Ciencia sin conciencia es muerte del alma”… y en no pocos casos, también del cuerpo!
La autora medita: “escasean los momentos de introspección y reflexión…de gran importancia cuando, según la reflexión de Paulo Freire: … la naturaleza de la acción corresponde siempre a la naturaleza de la comprensión”; y expresa también otra de sus preocupaciones: “crear una consciencia que alumbre el sendero”.
Percibe que la “fisicalización” y la intensa “mecanización” de nuestra visión del mundo tendió a transformarnos en simples “pasajeros” de la “sociedad-máquina”, o inclusive en simples partes de la misma, lo cual abre horizontes muy inciertos como lo expresa muy bien Fritjof Capra, y se pregunta acerca de “la Economía y la posibilidad que se produzca en ella un giro copernicano”. También nota: “en la sociedad de consumo… se muestran rostros sonrientes…” respondiendo a los resortes psicológicos usados por la publicidad y la propaganda, así como “la falacia del crecimiento ilimitado”, y pone de relieve al “fuerte desequilibrio en la distribución de poder y riqueza…”
Esa visión aguda y expandida, lleva a Zweifel a incorporar a las temáticas, la de “sociedad red y el capitalismo informacional global” aspectos de la evolución de la sociedad que se dan en paralelo, según Kelly: “una inteligencia que emerge de la interconexión”. Su reflexión sobre “La mente extendida. Los resquicios creativos” conduce a advertir que el individuo no puede prescindir de su sociedad, ni siquiera existir fuera de ella. Y que generalmente la creatividad individual es posible y tiene significado sólo si sus efectos se propagan dentro del “conjunto”. Hace referencia a “jugar con grados de libertad” para lo cual se da una retroalimentación permanente entre las actividades de los individuos y las consecuencias GLOBALES de tales actividades. Nuevamente, noto que esto vale para todos los sistemas complejos -desde las células en nuestros cuerpos, las abejas en su colmena y las hormigas en su hormiguero, como para cada uno de nosotros en su entorno personal y en su sociedad.
Desde e punto de vista de la evolución en general, hay al parecer una tendencia a la construcción de sistemas cada vez más complejos que llevan al reemplazo de una libertad individual en teoría absoluta… pero en práctica muy limitada, hacia una libertad acotada -ciertamente- dentro de una colectividad, pero que crea nuevas libertades para los participantes.
Su reflexión: “… lo más “grande” suele terminar siendo poco efectivo y muchas veces agobiante” suena a advertir la necesidad de dimensionar, armonizar y relacionar nuestras intervenciones como humanos, en todos los planos.
Silvia Zweifel aporta, con su libro, un conjunto de inquietudes y un esbozo de sendero para recorrerlas y bucear en nuevos conceptos inherentes a la realidad compleja y a las comunidades que la vivencian y alimentan; ello podría conducirnos a crear contactos, sinergias y beneficios mutuos. Todo es poco si se piensa que, de no intentarlo, nuestra sobrevivencia y destino como especie, pueden estar en juego.
Charles François