Para empezar, quiero manifestarle que no he encontrado en su libro ningún comentario que suscite una crítica negativa de mi parte. Al contrario, me alegro que haya realizado de tan buena manera un trabajo que yo quería realizar desde hace unos cuantos años:Sumar una voz de alerta en Argentina (y en el mundo hispano hablante) acerca de la situación, potencialmente crítica, por la cual la humanidad está entrando en un callejón sin salida, mientras que la gran mayoría no lo advierte. Creo asimismo interesante señalarle que su bibliografía contiene 14 títulos que figuran también en mi biblioteca. Seguramente, significa que compartimos unas cuantas inquietudes!
Para mis comentarios, seguiré el orden de sus capítulos, citando páginas y eventualmente algunas palabras a las que me referiré de manera más precisa:
Prólogo y Capítulo 1: “Como peces en el agua”
Sus referencias específicas a la Argentina resultan obviamente del hecho que vivimos en este país. Pero casi todo lo que Ud. explica en su trabajo puede aplicarse de manera general a todo el planeta y/o a todas las comunidades humanas que lo habitan.
Los esquemas mentales de la mayoría de la gente no son más que obsoletos lugares comunes, en general muy demasiado localistas, reduccionistas y especializados frente a una situación «total» de la humanidad a la cual ni nuestra instrucción (o sea adquisición de conocimientos), ni nuestra «educación» (o sea la adquisición común de comportamientos) ambas largamente perimidas, nos preparan para entender y, mucho menos, para manejar adecuadamente. Pocos son capaces de relativizar sus «esquemas mentales» y el «andamiaje de sus marcos de referencias»… si es que advierten que los tienen, o sin creer por ello ser depositarios de la sabiduría universal. En la práctica, mucha gente, para abandonar sus preconcepciones engañosas, necesita de una catástrofe que los afecte personalmente. Y aún así, suelen negar su propia ceguera, invocando a la «mala suerte», el «destino» y hasta «los misteriosos designios de Dios»
Hemos creado todos juntos nuevas situaciones, problemas (y oportunidades), pero seguimos ignorando en general muchas de sus implicancias y posibles consecuencias. Y de los que tienen una cierta conciencia de ello, menos son los que lo entienden ampliamente, y aun menos los que tienen alguna idea de la manera de rectificar el rumbo y sienten la responsabilidad de hacer algo al respecto. Al contrario, muchos parecerían dedicarse a crear nuevos problemas ya sea en función de sus intereses personales, ya sea simplemente por ignorancia o ligereza. La insistencia general en la especialización técnica es precisamente lo que nos hace olvidar de la “dimensión humana” y las sinergias (que pueden estas, por otra parte, ser negativas tanto como positivas).
Cuando, por caso, varios electricistas se juntan para hablar de electricidad, hay por cierto una sinergia en términos profesionales. Pero aparece en un nivel más amplio algo que llamaría “dis-ergia”, porque sintiendo felices y contentos entre si, en su propia especialidad (la “salsa”), se olvidan de crear y mantener contactos significantes con otros grupos y de actuar también en armonía como miembros de la sociedad en general. Es así que no pocos grupos de intereses tienden a adoptar actitudes de “combate” y a veces, a transformarse en mafias. Quizás se explica en términos históricos porque muchos grupos aparecieron como reacciones de defensa contra abusos que fueron bien reales. Pero habría, por fin, que obviarlo en todo lo posible.
La “dis-ergia” que aparece así es muy visible en las sociedades contemporáneas. Crea y amplia conflictos, impide las necesarias “conversaciones” y conciliaciones. Sin embargo ya seria gran tiempo de volver a coser el tejido social y cultural, por ahora tan desgarrado. En efecto, por el avance tecnológico los “combates” corren el riesgo de generalizarse y tornarse destructivos. A riesgo de parecer exagerado o agorero, tengo la opinión que en el siglo 21 se decidirá si la humanidad se suicida (ya que ahora tiene los medios necesarios para hacerlo ―por ejemplo nucleares, o menos rápida― o directamente, por mega-cambios ambientales) o supera las contradicciones casi inextricables en las cuales se está embrollando.
Como siento la responsabilidad de hacer también un aporte positivo (y no solamente crítico), he creído oportuno desde unos cuantos años el tratar de difundir la sistémica y la cibernética como bases de una metodología general de abordaje de las situaciones complejas (creadas en buena parte por nosotros mismos) que se presentan ahora en prácticamente todos los ámbitos de las actividades humanas, tanto en su génesis como evolución, prospectiva y manejo. Insisto: No veo la cibernética y la sistémica como nuevas “disciplinas” y menos especializaciones, sino como herramientas de estudio y entendimiento trans-disciplinarias.
Capítulo 2 “Cerrar el círculo y darnos la buena vida”
Señala con mucho acierto las deficiencias (y cuando no los peligros) de las extrapolaciones lineales (p. 25). Por ejemplo, la fase de crecimiento acelerado que la humanidad a escala planetaria conoce desde varios siglos en muchos aspectos – como en la demografía o el uso de la energía y las materias primas – es insostenible a largo plazo (digamos un siglo más):
Este planeta tiene límites materiales y ecológicos que no se podrán superar. Por lo tanto, el crecimiento deberá tarde o temprano ceder el lugar a la estabilidad dinámica (una situación sostenible, con fluctuaciones dentro de límites de entorno). Quizás, en términos prácticos, pueda entenderse así la “compasión” de que nos habló Einstein.
En tal caso se necesitarán en algún momento ―no demasiado lejano en el futuro― cambios muy profundos en la dinámica del actuar de las sociedades. Se podrán cumplir solo si cambia ampliamente el entendimiento de las situaciones y si se adoptan nuevos criterios en el manejo de las mismas. La noción de estabilidad dinámica ―reemplazando la “mística” del “progreso” (puramente instrumental y cuantitativo)― es un ejemplo de las herramientas mentales que podrán usarse.
p. 32 – “conciliar ciencia y espiritualidad”
La palabra “espiritualidad” recubre significados muy variables (y en algunos casos, bastante dudosos) según las personas… e incluso, según las culturas. Confieso no saber demasiado que poner detrás de tal abstracción. Diré lo siguiente: La ciencia, y en particular la micro-física, nos llevan a desmenuzar la naturaleza y, finalmente, a envolvernos en una bruma conceptual que quizás corresponda al misterio fundamental de la existencia del cosmos (¿independientemente de nuestra percepción?). Emulando a Sartre, podemos imaginar una serie de dicotomías existenciales relativas (¿psíquicas,… mentales?):
El ser (cósmico) La nada (de “antes” o de “después” de nuestra vida y conciencia) (¿o en sí misma?)
La materia La energía
El espacio El tiempo
El pasado El futuro (y en el medio, el extraño presente eterno de la conciencia… hasta que se apague!)
El yo Lo otro, el otro
La inmanencia La trascendencia
¡Hasta hemos inventado al Diablo como complementario-opuesto a Dios! ¿Por qué ―¡diablos!― semejante invento? (¿Una dicotomía psíquica interna que no se pudo sobrellevar?)
Todas estas dicotomías – como todo el resto ―parecen resultar de la extraña propiedad del cerebro de generar lo que llamamos “conciencia”, a partir de la actividad de una red neuronal de enorme complejidad (muy recientemente perfeccionada por la “naturaleza”― otra abstracción que no explica nada ―a partir de los modelos menos evolucionados que equipan “nuestros hermanos los animales”― dixit San Francisco de Assisi). Para mí, el resultado final es una especie de vértigo mental ante lo fundamentalmente incomprensible de un universo que, para colmo, quizás se piensa a si mismo en cada uno de nosotros…
p.34 “la realidad última…”
En algún momento, algunos de nosotros parecemos transponer el umbral de la toma de conciencia. Dejamos de existir apenas distraídamente como autómatas sociales (lo que parece ser el caso de la inmensa mayoría… y además un estado en que a veces volvemos a caer). En el medio de una clase de latín que distraídamente presenciaba, “sin estar”, a los catorce años, tuve especie de explosión mental, un relámpago y trueno psicológico. No entendí ―y aún no entiendo― lo que me pasó, al menos como manifestación neurológica. Pero fue el germen de mi reconocimiento fundamental de un misterio final sin explicaciones. Sin embargo, sobre este misterio me negué siempre a pegar cualquier etiqueta que sea: religiosa, mística, científica u otra. Por las líneas que reprodujo en p. 35, se nota que Einstein, si, trató de hacerlo: Quería “conocer el pensamiento de Dios”. Por supuesto, como cualquiera de nosotros que tenga algunas luces, lo máximo que pudo hacer fue inventar el pensamiento propio (que, en su caso, no fue poca cosa).
Capítulo 3 “De la escasez a la abundancia”
p.59 “… vastas fuentes de energía inorgánica”
En realidad petróleo y gas son fuentes originalmente orgánicas (vegetales). De hecho, por ahora vivimos masivamente como parásitos de la energía fosilizada del sol, acumulada a lo largo de ciento de millones de años… que estamos dilapidando en pocos decenios. Si no encontramos pronto una solución alternativa realmente eficiente y de uso práctico (en nuestros vehículos, por ejemplo o, más generalmente, para “hacer cosas”), vamos, como especie, a una enorme hecatombe.
p.65 – “La sociedad pos-industrial”
Sólo será posible en permanencia si resolvemos el problema de la energía, porque la información (en definitiva, resultado de procesos cerebrales de interpretación de las percepciones) no hace más que potenciar todos los procesos de transformación material. Además, su creación, transmisión y usos tampoco son posibles sin energía “portadora”. El uso del término “energía” aplicado a la información es además, cuestionable si implica que se trata de algo “nuevo” que apareció de la nada y es inmaterial: el libro, el diario, la computadora, los formularios (además por supuesto de nuestro propio cerebro), todo ello exige en algún momento el uso de alguna energía en el sentido más estricto. (En cuanto a nuestro cerebro es, al parecer, entre nuestros órganos, el que más energía consume)
p.66 – “el fin de la escasez”
Es muy probablemente un fin provisorio. Por ahora se basa en el uso masivo de les energías fósiles… que no son renovables. Si la producción alternativa de biocombustibles sigue compitiendo con la de alimentos, una población planetaria de 7.000 millones de humanos es probablemente insostenible – en especial si se pretende que todos tengan el nivel de vida de los países llamados desarrollados, algo que exigiría un aumento masivo del consumo energético de África y de buena parte de Asia y América Latina… Sólo la lucha contra los actuales enormes derroches de todo tipo -en especial en los países desarrollados- podría mejorar algo esta complicada ecuación, sin de ninguna manera resolverla definitivamente.
Capítulo 4 “El desafío de la sustentabilidad ecológica”
En el trasfondo y de la manera más abarcativa es un desafío de la termodinámica, a escala planetaria, o sea al equilibrio actual entre la energía que la tierra recibe – o recibió y “fosilizó” en el pasado – del sol y la que irradia al espacio. Si se pusiera en circulación en la atmósfera del planeta todo el calor acumulado en los yacimientos fósiles de combustibles (productos de centenas de millones de años de transformación de materia vegetal en carbón, petróleo y gas) un calentamiento considerable de toda la atmósfera planetaria seria inevitable (devolviendo el planeta al clima de las más calientes eras geológicas pasadas).
La ecología global del planeta se modificaría de manera considerable, con vastos desplazamientos de las zonas tropicales, desérticas, oceánicas, y templadas y la probable desaparición de las zonas polares. Por causas de origen cósmico, el planeta soportó en el pasado varios episodios similares, con consecuencias a veces cataclísmicas para los seres vivientes, vegetales y animales. Casi seguramente se producirían asimismo enormes perturbaciones en la ecología, incluyendo de las sociedades humanas. Con los muy leves cambios que se registran hasta ahora, ya se observan modificaciones significativas en el comportamiento de muchas especies vegetales y animales en todos las continentes. Se ha calculado que si se derritieran los hielos de ambos polos, el nivel de los océanos subiría de aproximadamente 70 metros, con resultados que, obviamente, desafían la imaginación.
Einstein escribió (crf. p.70) acertadamente acerca de que nuestras generaciones son similares a un niño de tres años que tiene en sus manos una navaja bien afilada.
En 1993, Daniel Quinn en su libro “Ismael”, (que Ud. cita en su bibliografía) hizo una comparación similar con la amable ayuda de un gorila.
En síntesis, es posible que la humanidad en su conjunto y con sus actuales “modales” sea demasiado “pesada” para este planeta, de que, con una suerte de instinto de propiedad, decimos ingenuamente que es “nuestra”, pese a que seamos apenas unos inquilinos (muy recientes, además).
p. 72 – “La biodiversidad”
Se trata de otro aspecto quizás también crítico de nuestra relación con nuestro entorno. Nadie está hasta ahora suficientemente informado para evaluar hasta que límite podemos desplazar y/o eliminar especies animales y vegetales en nuestro entorno (por la cosecha o caza desenfrenada, o por métodos inadecuados en la agricultura, la ganadería, la explotación forestal, la minería, la pesca, etc…) sin desencadenar algún proceso ecológico irreversible que complique nuestra propia sobrevivencia. Hasta el momento, en la carrera entre el entendimiento y la destructividad, es esa última la que va ganando. Como me dijo hace algunos años un amigo humorista, estamos en realidad condenados… al optimismo.
p. 76 – “… no sea que … nuestra especie en el planeta emule el ciclo vital de algunos organismos simples: una curva de crecimiento exponencial seguida de una caída brusca”.
Lamentablemente, el tema de los modos de crecimiento en general, y en particular de las poblaciones (humanas u otras), es poco tomado en consideración. Sin embargo existen teorías y modelos bien desarrollados sobre crecimientos lineales, exponenciales, asintóticos o periódicos que podrían ser muy útiles. Sería de desear que su estudio y aplicaciones vayan reemplazando ilusiones y discursos ideológicos, ausencia de información adecuada … o la simple ignorancia, indiferencia o arrogante soberbia en los lideres que pretenden (en todas partes) guiar el destino de las sociedades.
p. 77 – “… escasez de los reservorios naturales, tierras cultivables y aguas”
Ya la naturaleza está poniéndonos sobre aviso.
1er aviso: algunos biótopos en el mundo están llegando a su máxima carga humana posible (Caso por ejemplo de la capacidad de irrigación y de regeneración de los acuíferos subterráneos en California… o en el Cuyo)
2do aviso: desertización aparentemente relacionada con malas prácticas agronómicas… eventualmente agravadas por sequías posiblemente ya ligadas en algunos casos a cambios climáticos inducidos (En África sub-saheliana por ejemplo: Senegal, Mali, Níger, Chad, Sudan).
La permanencia en términos satisfactorios de las poblaciones humanas en sus biótopos debe darse en forma de simbiosis (“vivir con…”) y no de parasitismo (“explotar” en el sentido de utilización destructiva que finalmente se torna AUTO-destructiva). Quienes entienden ello tienen la responsabilidad de decirlo y, si tienen los conocimientos técnicos, de ofrecer soluciones verdaderamente viables. En efecto…
… p. 80 – “Actores claves para la agenda verde”
… El problema es que los actores colectivos son la suma de miles o millones de actores individuales poco- o no- conscientes. Entonces, el verdadero problema para resolver en primer instancia es remediar esta no-conciencia… exactamente como lo hace Ud. con su libro que, si fuera posible por ejemplo con la colaboración de la Fundación Hábitat & Desarrollo, deberíamos tratar de transformar en best-seller, difundir en toda América latina y hacer traducir en los 10 o 20 idiomas africanos y asiáticos más difundidos (o al menos en inglés y en francés, que se leen ampliamente en África y Asia) .
p.82 – “La agenda verde en la actividad empresaria”
Deberíamos, al menos a escala nacional, tratar de concientizar al sector empresario. Deberíamos reunirnos (y con otros grupos) para considerar los caminos y medios para generar tal concientización.
Caso contrario, no pasará nada: no nos ilusionemos
p.84- “Lo que los ecosistemas nos muestran”
Funcionan como redes complejas de interacciones múltiples, a la vez simultáneas y secuenciales. Los podemos interpretar fácilmente en términos sistémicos: Auto-organización; regulaciones; relaciones entre sub-sistemas; relaciones con un entorno significativo; límites de estabilidad (dinámica); procesos, ciclos y periodicidades; relativa autonomía; auto-reproducción y, eventualmente, evolución.
p.85 – “La única especie que sufre de exceso de competitividad…es la humana”.
Es un problema de aprendizaje para el manejo adecuado de nuestros cerebros y, en particular, de nuestras emociones descontroladas. Deberíamos meditar el viejo mito griego de los hermanos Pro-meteo, el que piensa “antes” (de actuar) y Epi-meteo, el que piensa “después”. Para redondear la historia, Epimeteo se casó con Pandora, la chica que tenia la cajita que Zeus le había recomendado no abrir (por que contenía todos los males del mundo). Pero Pandora era curiosa… y la abrio. Todos conocemos los resultados para una especie que no sabe la diferencia entre inteligencia y sabiduría… y se especializa en pensar… después.
Capítulo 5 “Transición demográfica”
Su descripción y su conclusión me parecen muy acertadas.
Capítulo 6 “Envejecimiento y vejez, hacia un nuevo concepto”
Tanto el tema del envejecimiento de las sociedades como el de los individuos son importantes. Las implicancias de las “sociedades de viejos” actualmente en formación no han dado lugar hasta ahora a suficiente consideración de parte de psicólogos, economistas y sociólogos.
p.99 – “¿Qué hace al buen envejecimiento?
Con mis 86 años, estoy aún tratando de tornarme un experto en la materia. Cuando me jubilé a los 65 años, por suerte con una buena jubilación europea, me prometí hacer en todo lo posible todo lo que mis ocupaciones profesionales y mudanzas transcontinentales (Europa, África, Sud América) no me habían permitido hacer hasta este momento. La suerte ―y creo, una buena herencia fisiológica y un manejo personal adecuado de mi salud― me han permitido cumplir con mis propósitos: básicamente sacar las enseñanzas de una vida rica en las más variadas experiencias y, en la medida de su significación, tratar de comunicar las lecciones positivas y/o negativas recibidas a quienes quisiera meditarlas ― pero, muy importante: ¡sin ninguna pretensión de ser un “guru”! Mi intención es proseguir hasta que me sea posible.
Capítulo 7 “Los desafíos de una sociedad envejecida”
Su descripción me parece muy acertada. Como lo señala el “dilema entre responsabilidad individual y colectiva” es fundamental. Contar solamente con la segunda es a la vez excesivamente optimista, imprudente… e irresponsable
Capítulo 8 “La sociedad del conocimiento”
En la medida en que ya existe ―a mi entender todavía en forma bastante incipiente― me parece que no se debe confundir conocimiento con entendimiento. Es el filósofo francés Rabelais quien hace ya varios siglos, acuñó la memorable reflexión que sigue: “Ciencia sin conciencia es muerte del alma”… y en no pocos casos, también del cuerpo! Lo que se ha logrado después de 100 años de instrucción obligatoria es por cierto muy importante. Pero comparto su comentario acerca de “posibilidades asombrosas e interrogantes inquietantes”.
Para empezar, es grande “el riesgo de confundir acceso a la información con acceso al saber” (p.128). Iría más lejos: la transmisión de noticias no es siquiera información para la legión de quienes no tienen marcos de referencia adecuados para evaluarlas. Son sólo como hojas sueltas paseadas al azar por el caprichoso viento de las circunstancias.
Por otra parte, como lo dice (p.130) “escasean los momentos de introspección y reflexión”. Me parece que dos de las preguntas más importantes en la vida son:
¿Qué pasó…. realmente?
¿Y por qué pasó? …… sin olvidar de ubicarse personalmente en las tentativas respuestas (¿Qué implica para mí?).
Mis sucesivas transculturaciones me han enseñado que no sólo los individuos creen siempre estar en lo cierto, pero que también las colectividades ven el mundo a través de lentes deformantes. Su abuela acertaba cuando le decía que “para conocer el mundo… había que saber varios idiomas”. Tengo este privilegio (incluyendo el kiswahili – que tiene vocabulario bantu y también raíces y gramática árabe, y me dio un cierto acceso a modos de pensar no-occidentales)
p. 134 – …en todas partes son cada vez más los…“que no saben leer y comprender textos, pese a la escuela obligatoria…”
De hecho, se está registrando un creciente “néo-analfabetismo” que, a mi entender, resulta del auge de los medios de comunicación no escritos, que se caracterizan por su “volatilidad”: Los sonidos de la radio y las imágenes de la TV, caleidoscópicas, fluyen, se esfuman y no graban nada en la mente. Hasta el Internet ―que se “lee” en la pantalla― participa de esta fluidez fácilmente superficial e inconsistente.
Quizás, sin que nos demos cuenta, sea ello LA mutación socio-histórica más decisiva de nuestro tiempo. ¿Serán los sonidos puros y las imágenes cambiantes el futuro lenguage universal planetario? ¿Y qué resultará de ello?
En el marco de la reflexión de Paulo Freire según que “… la naturaleza de la acción corresponde siempre a la naturaleza de la comprensión” (p.134), se van, me parece, a plantear extrañas preguntas. Por ejemplo: Voleteando de imagen en imagen, de noticia en noticia, ¿No corremos el riesgo de caer en la incoherencia y en la anarquía mental? Y acaso ¿Se podrá evitar? ¿Y de qué manera?.
¿A dónde nos podría llevar, eventualmente, una nueva forma de no-responsabilidad informática colectiva de masas, más o menos anónima, pero potenciada por la técnica? ¿Seria posible por ejemplo un súbito y descontrolado movimiento planetario de masas desencadenado por mensajes informatizados?
p.135 – “La conciencia que alumbra el sendero”
Por los cambios acelerados en el transcurso de los 100 últimos años, padecemos ―creo todos― de lo que Freud llamó el “malestar en la cultura”. La mayoría lo sufren en forma pasiva… mientras la reacción de algunos es la delincuencia. Pero unos cuantos otros están tomando una conciencia más aguda y personal de la mutación en curso.
La presión psicológica de origen societal sobre los individuos hace que algunos están ―podría decirse― tomando posesión de sí mismos. Llamo a eso la “personalización” y responde a las preguntas: “¿Quién soy yo en realidad? ¿Qué significado existencial puedo encontrar a lo que hago… o no hago? Se pasa de ser individuo a ser persona después de haber atravesado la gran crisis de la destrucción del orden antiguo en el cual uno existía casi esencialmente en función de su situación social (esclavo, noble, burgués, empresario, “proletario”….)
p.135-6 y 138-41
La “fisicalización” y la intensa “mecanización” de nuestra visión del mundo tendió a transformarnos en simples “pasajeros” de la “sociedad-máquina”, o inclusive en simples partes de la misma, lo que abre horizontes muy inciertos como lo expresa muy bien Capra.
Sin embargo, la física de los siglos 19 y 20 finalmente se “desmecanizó”, lo que se aprecia por ejemplo en el Principio de Indeterminación de Heisenberg que, significativamente, muchos llaman el “Principio de incertidumbre”… deslizando sin darse demasiado bien cuenta de la física a la psicología.
Hasta hoy esta mutación de la “visión del mundo” (“Weltanschauung”, según la palabra alemana frecuentemente utilizada) no se filtró aún en la mente de la gran mayoría que, como siempre, atrasa dos o tres generaciones respecto de los descubridores y exploradores.
(p. 138 – de paso)
Rutherford era inglés, no alemán. O sea el “von” es un error, que convendría si posible rectificar para que no se propague… como ya a pasado con otros errores del mismo estilo en apellidos, aparecidos en otras obras.
p.140 – “Las propiedades de cualquier objeto atómico sólo pueden comprenderse en términos de la interacción entre lo observado y quien observa”.
Obviamente… pero casi todos caemos en cualquier momento en el pecado de “objectivización absolutista”, cuya manifestación más extrema y peligrosa es la objectivización de las abstracciones (el “pueblo”, la “libertad”, el “derecho” (¿a qué… y de quienes… dónde… y cuando… y cómo?)
(p.141 – de paso) – “el Shaivismo”
¿No es el Shivaismo? (del dios hindú Shiva)
p.141 – “el mundo es como tu lo ves”
Nos enfrentamos ahora – después de más de un siglo de soberbia cientificista – con una reflexión crítica acerca del instrumento mismo de nuestro conocimiento – nuestro cerebro – y de su adecuación como herramienta de representación humana del mundo. Lo hace particularmente claro en la p.139
(párrafo “A nivel subatómico…”) usando términos como “tendencia a existir”, “tendencia a ocurrir”, “ondas de probabilidad”. Mientras nuestro cerebro es el instrumento de nuestro “conocimiento”, interpone entre nosotros y lo que llamamos la “realidad” una suerte de velo neurológico que no percibimos. Ello nos impide definitivamente transponer el nivel epistemológico del conocimiento y llegar al auténtico (?) nivel ontológico, que sólo podemos postular como “realidad última” (nótese: entre comilllas…. porque no hay validación absoluta posible). O sea, “La certeza se esfuma ahí donde late lo esencial”.
p.142 – “La magia de la transformación”
O sea, en más de un caso, el “achicamiento” mental que resulta del imperialismo de la “practicidad”.
Es ciertamente un problema muy difundido. Son muy pocos los que se dan cuenta que parecemos estar metidos en una profunda mutación mental: Las ciencias nos están devolviendo – final- y sorprendentemente – a la pregunta ontológica.
Además, nos confirman que ésta no tiene respuesta absoluta en términos racionales.
Ello anuncia quizás un nuevo “entendimiento del no-entendimiento”. Pero habrá que cuidarse frente a cualquier nuevo profeta de cualquier nuevo pseudo-entendimiento ideológico, e inclusive pseudo-místico, cuyos profetas suelen construir hogueras o establecer guillotinas (mentales, cuando no físicas!)
Capítulo 9 «La Economía ¿necesidad de un giro copernicano?»
No tengo nada en contra de la economía como ciencia de los números. Pero, como tal, es incompleta porque, como ya lo he señalado, no ha tomado en cuenta los números de la termodinámica, tal como llevan al crecimiento irreversible de la entropía. Así no se toma en cuenta el pasivo global de todas las actividades, o sea la degradación y el agotamiento progresivo de los recursos no-renovables que, por ahora, hacen de la economía global un juego de suma negativa…. que no se percibe como tal porque estamos ebrios de “crecimiento” (material). Tarde o temprano se tendrán que agregar nuevos capítulos relativos al arte de la estabilización y estabilidad dinámica.
Pero hay además otros aspectos: La economía es también ―o debería ser― una ciencia humana. Las teorías de los primeros economistas, de los siglos 16 al 18 parecen hoy perimidas porque se basaban en los datos de economías mantenidas dentro de límites acotados y comportamientos cíclicos no expansivos. Como tales reflejaban los aspectos típicos de la organización social de su época, como por ejemplo la estructura de las clases sociales (nobleza y burguesía artesanal poco numerosas, alimentadas por un campesinado agrario enormemente mayoritario).
Ello cambió radicalmente a partir del siglo 19, por lo menos en Europa y Norteamérica (gracias al carbón y al petróleo). Sea como sea, cada cultura fabrica su propia visión, ecológicamente y culturalmente condicionada, de la economía… y en particular de la estructura de clases que construyó.
El “giro copernicano” corresponde a mi parecer al “giro” de la energización masiva de las actividades y estructuras económicas durante los últimos 150 años… Las estructuras sociales, de “sólidas” que estaban, se tornaron “líquidas” o “fluidas”… cuando no “gaseosas”, o sea muy inestables y ampliamente imprevisibles en su evolución futura.
Quizás el “giro” verdaderamente fundamental haya sido la instrucción (alfabetización) universal obligatoria, que dio una medida de capacidad y poder a todos los que supieron aprovecharla.
p.155 – “En la sociedad de consumo… se muestran rostros sonrientes…”
Los resortes psicológicos usados por la publicidad (y la propaganda) muestran claramente que la “recuperación” de las necesidades existenciales de los individuos es indispensable para llegar a influenciarlos e incitarlos al consumo. A ello lo suelo llamar “el homenaje del vicio a las virtudes”.
– “… las experiencias cumbre” (Maslow)
¿Serán un fenómeno propio sólo de algunos estos picos de intensidad existencial… o será algo que la gente común suele ahogar cuando asoman, ya sea porque les asusta, o porque les parece gratuitas y sin “utilidad práctica”?
p.158 – “La falacia del crecimiento ilimitado”
Es efectivamente gran tiempo de “ocuparnos seriamente de las sombras del progreso para que no se transforme en una macabra fiesta de la negligencia”
Muy cierto… Pero lamentablemente hasta ahora casi nadie percibe la urgencia (que arriesga imponerse por medio de algún mega-desastre).
Es que el crecimiento indiscriminado enmascara la diferencia entre “más” y “mejor”, entre “nivel” material y “calidad” de vida.
Nuevamente, es un problema cultural occidental, un reflejo del modelo capitalista del “costo-beneficio” casi exclusivamente en términos de “costos-beneficios”, de utilidades financieras en balances contables y de acumulación material sin tener en cuenta los pasivos ocultos, notablemente los ambientales. Es como serruchar la rama en la cual se esta sentado. (Ver otra vez el comentario al Ch. IV, basado en la termodinámica planetaria)
Capítulo 10 “La sociedad red y el capitalismo informacional global”
Varios aspectos de la evolución de la sociedad se dan, en efecto, en paralelo.
Un aspecto, es la posible aparición de un tipo de “estados temáticos mundiales” superponiéndose a las naciones y posiblemente capaces de controlarlas en varios aspectos específicos… que pueden generar “… una forma asimétrica de accesión y distribución de poder…” (p.164) Ejemplos serían: la red de transportes aéreos; la repartición zonal y planetaria de las frecuencias electro-magnéticas; las organizaciones mundiales temáticas como la FAO, el FMI, la OMS, Interpol…
p.166 – “El proceso de acumulación se sostiene porque la inversión se sostiene… y porque el valor monetario… se revierte a las redes……”
Ello parece una consecuencia (una retroalimentación) y no una causa fundamental. Si no hubiese energía barata de acceso fácil y EN APARIENCIA inagotable no podría haber más “inversión….”. De hecho, todo la que se invierte es, directamente o no, energía fósil transformada, que usamos para movilizar y transformar la materia. El “valor monetario” es simplemente una representación simbólica que orienta y facilita las manipulaciones psico-socialmente motivadas.
pág. 169-172 – “El mundo de las posibilidades de las redes” – “Hay una inteligencia que emerge de la interconexión” (Kelly)
La auto-construcción de redes complejas es otra regla universal característica de la evolución hacia la integración en unas pocas grandes entidades coordinadas de muchos elementos (físicos, o biológicos, o sociales, o – en el cerebro – nerviosos-mentales). Resulta de todos estos procesos enormes mejoras de la utilización de los entornos por las agrupaciones así constituidas, en comparación con lo que pueden conseguir los elementos aislados (“La unión hace la fuerza!” … la divisa nacional belga, es quizás la mejor herencia psicológica y mental que recibí de mi país de origen, Bélgica)
Por otra parte, la inteligencia de las redes es “distribuida”. Se puede así plasmar en una enorme combinatoria en que no todos están conectados en todo momento con todos, sino que la red en su conjunto tiene una considerable variabilidad adaptiva que le permite responder a múltiples, y a veces simultáneas y/o masivas variaciones del entorno frente a las cuales los elementos o individuos aislados serian impotentes
Por supuesto, las redes tienen también sus problemas. El mayor es, quizás el parasitismo, ya sea el del mismo líder, o líderes (descriptos entonces como “zánganos”, o “chupas sangre”) en detrimento de la masa de los participantes, o al contrario, de algunos de estos en detrimento de los otros (en ingles “free-riders”, en español “vivos”)
Las redes pueden soportar ―y frecuentemente, soportan― una limitada medida de parasitismo. Pero el exceso las destroza (por anemia, asfixia, burocratización y finalmente, a veces, revolución)
p.167 – “El fuerte desequilibrio en la distribución de poder y riqueza…”
Es obvio, pero parece casi ser un problema etológico. La existencia de jerarquías es un fenómeno natural universal: Pensamos por ejemplo en la jerarquía de los vegetales en una selva entre unos muy pocos árboles gigantes centenarios, árboles nuevos de los cuales sólo unos muy pocos llegarán a ser sobrevivientes gigantes, y muchas otras plantas más modestas del sotobosque que se encuentran sometidas a condiciones de entorno definidas por la presencia de los gigantes.
Lo que habrá que hacer en las sociedades humanas es distinguir entre jerarquías y abusos de los jerarcas… y ver si, y cómo pueden introducirse regulaciones y controles (los cuales, dicho de paso… son jerárquicos por naturaleza!). En el fondo, es EL problema de la “democracia”… y se ve como en el marco de las mismas instituciones democráticas resurgen al lado de los atributos positivos de las jerarquías, los negativos (caudillos, capo-mafias, abusos, corruptelas, trenzas, etc…)
El trasfondo etológico parece resultar del hecho que aparecen individuos dominantes en las más variadas estructuras sociales y otros que se escalonan desde colaboradores más o menos inteligentes, honestos … o mafiosos de los lideres, hasta los pobres sojuzgados que psicológica y mentalmente no “tienen con qué” oponerse a los poderosos. Situaciones similares parecen existir en muchas sociedades animales; se han observado por ejemplo en gallineros, donde tiende a establecerse un orden jerárquico.
Por otra parte, el líder óptimo es el que se auto-controla y no abusa de su poder, ya sea por que entiende que no es ético (ni en general eficiente) o, más simplemente por que quiere evitar que “el tiro le salga por la culata” cuando, finalmente, muchos sojuzgados se cansan y hacen una así llamada revolución (re-evolución!). Además vale notar que la primera cosa que suele preocupar a los revolucionarios es buscarse y aceptar… un caudillo. Ejemplos paradigmáticos fueron Danton y Robespierre en la Revolución francesa de 1789… y su sucesor casi inmediato… Napoléon Bonaparte. Así son las siempre nuevas encarnaciones del diablo que Ud. describe (p.167)
El capitalista que se torna monopolista y abusador es simplemente la variedad económica de este tipo social siempre al acecho. El único feedback aparentemente posible (y más o menos automático) es la revulsión creciente generada por abusos masivos. De hecho, es una regulación cibernética “distribuida” (o sea colectivamente ejercida por una masa)
Me parece que las sociedades humanas ―y en especial nuestra sociedad planetaria en formación― van hacia la concentración social masiva para mejorar la capacidad global de explotación del entorno. Como tales, no es más que la forma más evolucionada (por ser más mentalizada) del modo de organización ya presente en los insectos sociales y hasta cierto punto, en algunos animales superiores (lobos, delfines, perros de las praderas en África, llamados “suricates”) y hasta en pájaros también africanos, conocidos justamente como “republicanos”, que viven en nidos-colonias colectivas. Simplemente, los humanos han podido hacerlo mucho mejor porque disponen de un encéfalo excepcionalmente complejo y eficiente
p.173 – “Extrapolar ya no funciona”
… o quizás, lo que se podría o debería extrapolar ya no es lo que se extrapolaba hasta ahora.
Además, cualquier extrapolación se desvirtúa cuando las consecuencias que llegaría a tener a partir de algún umbral (punto crítico) destruiría las condiciones mismas de existencia del proceso. Un buen ejemplo sería la contaminación ambiental y, en particular la contaminación atmosférica, que llegaría a alterar masivamente el clima del planeta.
p.175 – “Emulando a la biología”
Las similitudes señaladas conforman en buena medida la base de los modelos sistémicos en general.
Capítulo 11 “La mente extendida. Los resquicios creativos”
El individuo no puede prescindir de su sociedad, ni siquiera tener significado fuera de ella. Pero la sociedad no puede ser apenas una masa informe con actividades incoordinadas y descontroladas, capaces de aplastar y destruir un sinnúmero de los individuos que la conforman. En definitiva, el aspecto esencial es la adecuación y coordinación de las actividades individuales en las actividades colectivas.
p.181 – “solamente el individuo puede pensar y crear, no lo hace un conjunto”
… pero muy generalmente la creatividad individual es posible y tiene significado sólo si sus efectos se propagan dentro del “conjunto” … y mayormente se produce en función y en el marco de las condiciones que le ofrecen o imponen este “conjunto” específico del cual es un integrante.
p.182 – “Jugando con grados de libertad”
Se da una retroalimentación permanente entre las actividades de los individuos y las consecuencias GLOBALES de tales actividades. Muchos individuos en interacción crean los grados de libertad (o en otros términos los grados de restricción!) en los límites de que tiene que actuar cada uno de estos mismos individuos.
Nuevamente, esto vale para todos los sistemas complejos. desde las células en nuestros cuerpos, las abejas en su colmena y las hormigas en su hormiguero, como para cada uno de nosotros en su entorno personal y en su sociedad.
Del punto de vista de la evolución en general, hay al parecer una tendencia a la construcción de sistemas cada vez más complejos que llevan al reemplazo de una libertad individual en teoría absoluta… y en práctica muy limitada, hacia una libertad acotada ―ciertamente― dentro de una colectividad, pero que crea nuevas libertades para los participantes. Comparemos por ejemplo las distancias que podía recorrer a pie el hombre de las cavernas con las que podemos recorrer en coche o en avión dentro de nuestras sociedades altamente reglamentadas.
p.187 y 195 – “la ley del 150”
Ello, que creo muy certero, pone en tela de juicio en cierto sentido el principio de las “economías de escala”
Como lo dice: “… lo más “grande” suele terminar siendo poco efectivo y muchas veces agobiante”
Creo que se debería redefinir el tema de la manera siguiente: ¿ En qué condiciones y límites, y para responder a qué tipos de situaciones en tal o cual escala de espacio y de tiempo, pueden las “economías de escala” ser realmente provechosas, sin implicar gastos o problemas concomitantes imprevistos y graves?
El tema necesitaría urgentemente un estudio profundizado.
p.190 – “Donde la vida es más agradable”; “las “funciones del comportamiento” .
El GESI, por ejemplo, tiende a ser un grupo “agradable”: Viene quien quiere, sigue viniendo quien gusta, no se exige demasiado de los que participan, se ofrece espacio a quienes quieren compartir, se fomentan los contactos, las sinergias y los beneficios mutuos. Es destacable que hay quien sigue participando desde más de 30 años.
p. 201 – El tema de nuestra sobrevivencia como especie
Se juega por un lado en la mente de cada individuo que asume (o no asume) una responsabilidad bien informada.
Y, por otro lado, resultará de la competencia en enormes masas, de individuos bien o mal informados que propondrán o se lanzarán a acciones bien o mal concebidas.
Cabe señalar que “bien o mal” significa para mi, básicamente en este caso, “que funcionará” o “no funcionará”… lo que, a plazo, significará: “la especie sobrevivirá o se auto-eliminará de alguna u otra manera”
“Epílogo”
Heidegger hizo en alguno de sus escritos la diferencia entre “vivir” y “ser vivido”. Sólo vive, en el sentido activo y personal, el que tomó conciencia de sí mismo como ser y actor efectivo… a diferencia de los que apenas reaccionan pasivamente a las solicitaciones que se les impone.
Las reglas existenciales, me parecen ser:
Aprender a observar lo más libremente que se pueda (lo que implica: tratar de tomar conciencia de los condicionamientos psicológicos y sociales, y ganar autonomía respecto de los mismos).
Armar y rearmar su entendimiento frecuentemente (o sea, no “estereotiparse”)
Tratar de imaginar los futuros alternativos posibles en función de las condiciones generales y de las posibles y variables respuestas que les podemos dar.
Actuar en todo lo posible de manera de: evitar de encerrarse a uno mismo en callejones sin salida, y evitar la aparición de consecuencias indeseables (por lo que habrá que tener la capacidad de vislumbrar).
Pregunta final
Los que señalamos (por ejemplo) la “falacia del crecimiento ilimitado” ¿quiénes somos exactamente?:
¿… la vanguardia de los reformadores reflexivos que lograrán quizás las rectificaciones necesarias antes del desastre? ¿… o la retaguardia que clama vanamente en el desierto y será co-victima del desastre, aún si trata de evitarlo?
Por mis comentarios advertirá que soy un escéptico positivo: No deposito grandes ilusiones sobre la naturaleza humana (ni siquiera sobre la naturaleza … a secas). Ni tengo una idea tan clara acerca de cómo seguirá en definitiva la “aventura del hombre”. Simplemente me parece que estamos en el momento decisivo porque, por primera vez, la humanidad está en condiciones de auto-destruirse.
Si tal es el caso, esta encrucijada implica: O bien la auto-destrucción efectiva en un plazo no muy lejano, o bien la toma de conciencia y responsabilización individual y colectiva para evitarla.
Charles François
Agosto 2008
Charles François es Fundador y Presidente honorario del GESI. Grupo de Estudio de Sistemas Integrados. Una institución transdisciplinaria, activa en Argentina desde la década del 70, y dedicada al estudio y la divulgación de conceptos y modelos, referidos a la complejidad creciente de los sistemas de cualquier naturaleza: ecológicos, empresariales, económicos, sociales, comunitarios, políticos, jurídicos, entre otros. Es la División Argentina de la ISSS (International Society for the System Sciences – USA), miembro de la IFSR (International Federation for Systems Research – Austria) y miembro fundador de ALAS (Asociación Latinoamericana de Sistémica) con las cuales interactúa, recibiendo a la vez información sobre sus desarrollos internacionales.