Elegí este tema porque la pandemia está entre nosotros una vez más, desafiándonos como nunca. La buena noticia es que nos ha visitado antes, con lo cual hay lecciones aprendidas a las que recurrir. La tradición sufí ofrece una muy contundente.
En tiempos antiguos, mientras el Mulla Nasrudin viajaba en su burro se encontró con la peste y le preguntó:
ꟷAdónde vas?
Y ella respondió:
ꟷA Bagdad, a matar 10.000
Después de un tiempo volvieron a encontrarse por caminos desiertos. Nasrudin, que por entonces estaba muy enojado con ella, le increpó:
ꟷ¡Mentiste! ¡Me dijiste que ibas a matar 10.000 y mataste 100.000!
Ella, muy tranquila respondió:
ꟷNo mentí. Yo maté 10.000. El resto murió de miedo.
La ignorancia es el peor de los enemigos y asume muchas formas. El miedo es una de ellas y ahora está entre nosotros otra vez. Pero las cosas son más aún más complejas, y para dar un ejemplo les voy a compartir una pequeña experiencia.
Justo cuando el Coronavirus desembarcó en nuestro país yo me encontraba de viaje, y regresé a Buenos Aires el día de la gran alarma. En unas pocas horas, barbijos, alcohol y alimentos desaparecieron de las góndolas, aún antes de que el gobierno anunciara medidas para contener la pandemia, lo que en su momento incluyó cuarentena para quienes arribaran desde áreas comprometidas, distanciamiento social, suspensión de clases y licencias. Sin embargo más de uno lo interpretó como una extensión de sus vacaciones y así la imprudencia se sumó al miedo y a la peste.
Las lecciones ya aprendidas también son más y muy valiosas. Una de las más infames pandemias de la historia es la conocida peste negra, que en el siglo 14 se expandió a través de las rutas comerciales por Asia y Europa, diezmando la población del continente, que se estima fue superior a 1/3.
¿Qué la detuvo?
- Restricciones al desplazamiento de las personas, especialmente entre ciudades.
- Aislamientos de los infectados y cuarentenas de potenciales infectados.
- Mejoras en la higiene, que por entonces era muy básica.
- Caída de la población a un nivel que dificultó la subsecuente difusión de la pandemia.
Apoyarnos en las lecciones aprendidas es más importante que nunca, siendo que vivimos en un mundo altamente integrado, caracterizado por una interdependencia y complejidad creciente, que no alcanzamos a comprender, y tampoco a gestionar convenientemente. Esperemos que lo ya aprendido junto a nuevos conocimientos y tecnologías permita superar airosamente la pandemia en curso y avanzar hacia la emergencia de una humanidad sustentadora de la vida, que es algo con lo que venimos lidiando sin resultados satisfactorios.
Este es un desafío colectivo que nos involucra a todos, local y planetariamente. La hora demanda que actuemos como ciudadanos planetarios, ejercitando nuestra autoecoética: cuidándonos a consciencia y cuidando nuestro entorno. Por eso, en donde sea que estés y lo que sea que hagas, hacélo con esperanza, fe y un cuidado superlativo.
Para ir a lo práctico ¿Qué podemos hacer, en ese sentido? Especialmente en el transcurso de la cuarentena que a muchos nos retiene en nuestras casas.
Como siempre, una buena combinación de actividad y descanso. Esta vez es hay que enfocarse en la fortaleza física, mental y espiritual. Cuidando nuestra salud integral con buena nutrición, ejercicio, descanso, reflexión y planes a futuro.
¡Sí! Mantenerse en sintonía con un futuro promisorio promueve el entusiasmo, fortaleciéndonos para transitar las circunstancias. El entusiasmo es una energía irradiante, contagiosa y sanadora.
A continuación comparto 10 ideas para poner en práctica:
- Preparar algo rico y nutritivo.
- Vaciar y limpiar el placar y acondicionar la ropa ¡Acaba de comenzar el otoño!
- Leer libros con buen contenido ¡Ahora podemos dedicarnos durante horas!
- Jugar con nuestros amigos animales
- Mantenernos en contacto con amigos y familia.
- Meditar, rezar y regalarnos unas buenas siestas. Descansar es fundamental.
- Reflexionar sobre el propio recorrido de vida, lo que logramos y lo que no.
- Revisitar sueños, alegrías y aspiraciones.
- Tomar nota de ideas y reflexiones.
- Mirar el cielo abierto y dejar que el infinito se cuele en nuestro interior. Es un calmante natural.
Algo más: ¿No podemos salir a caminar? Pues solo hay que poner música y bailar, estirarse, respirar y moverse libremente ¡Hace muy bien!