Atestiguar novedades, sea en la vida personal, sea en la sociedad, es muy complejo. No es fácil saber dónde y cuándo surgen y cómo se extienden. Son muchas y se influyen mutuamente, de múltiples maneras. Los resquicios a veces permanecen ocultos por décadas y hasta siglos, y surgen de pronto como los tenues hilos que enlazan generaciones y culturas en este planeta y quizá más allá: ¿Cómo elucidar el misterio que une y contiene a todos?
Por años trabajé en una oficina con vista a la calle, desde donde vi crecer un arbusto en un lugar impensado. Producto de alguna semilla traída por los pájaros y el polvo de décadas surgió como un pequeño brote en las molduras de cemento del ventanal del edificio de enfrente, en un resquicio. Fue estirándose a pesar de todo, bailoteaba con el viento que se embolsaba en aquella calle en invierno y quedaba marchito en los atardeceres de verano, debido a la inclemencia de los rayos de sol que caldeaban el cemento. Estuvo allí, vaya a saber cuántas temporadas, hasta que dejé de verlo.
Nuevas realidades surgen cuando algo cambia en el ambiente o en los integrantes del sistema social, sean personas u organizaciones de cualquier tipo, fundamentalmente a partir de cambios en los patrones de interacción que subyacen en los comportamientos. Lo que parece repetirse al infinito, de pronto acusa una pequeña variación, luego otra y otra, y al cabo de un tiempo el sistema ha mutado.
La novedad surge allí donde, por algún motivo, hay más propensión al cambio: porque hay algo que muta, aún sin proponérselo, o porque se abre espacio en donde antes no había, o se amplía uno muy pequeño, aparentemente insignificante. Surge en un movimiento expresivo que se nutre del impulso creativo que le dio lugar, encontrando receptividad en la trama a la que ingresa y fuerzas favorables para sortear lo que le es adverso.
Dada la densidad interacción en actual trama humana, no es de extrañar que las olas de cambio sean tan asombrosas. En las mutaciones que acontecen se entremezclan las que son favorables con las que no lo son, de modo que nadie sabe cómo será el mañana. Esto inquieta a muchos, porque les resulta evidente que hay fuerzas amenazantes tomándolo todo, de modo que lo de positivo sucede corre el riesgo de ser neutralizado.
Es imperioso que los paradigmas que subyacen en las decisiones y las acciones tiendan a propiciar un escenario promisorio. No importa lo oscuro del panorama, mientras hay vida, hay esperanza, posibilidad de cambio: un resquicio creativo puede abrirse en cualquier lugar del sistema y hasta en muchos al mismo tiempo.
Los sistemas tienen esa posibilidad maravillosa: algo que surge en el más recóndito lugar, en el más mínimo espacio puede encontrar los senderos que lleven a transformar el todo creativamente. Esa posibilidad provee anclas a la esperanza, y alas al anhelo de un mundo mejor.
Si un sólo impulso encontrara la receptividad de un hambre de cambio, lo suficientemente fuerte como para nutrir el compromiso con lo que en verdad importa a todos y a cada uno, entonces una vida feliz, o por lo menos más feliz que la actual, sería posible ¿Hay alguien que en su sano juicio no quiera eso?
Del libro “TENUES HILOS entretejen vidas, traman destinos» Capítulo 4 – Resquicios creativos